Entré
en Francia en febrero de 1939, pasando por la frontera de Puigcerdá. Internada un día o dos
en un hangar de la estación de La Tour de Carol,
con otras mujeres, niños y hombres de edad avanzada, de donde
fuimos trasladados por tren a Los Andelys (Eure) y alojados en una antigua cárcel y
al cabo de varios meses, nos enviaron a Gayon
(Eure) y alojados también en una
vieja cárcel de menores, hasta junio de 1940, que, como toda la
población, huyendo del avance, de las tropas alemanas,
participamos en el éxodo a pie por las carreteras, en
dirección al Sur, llegando hasta la Loire,
donde los alemanes ya se nos habían adelantado y, por tanto,
tuvimos que volver atrás, hasta París.
Después de pasar varios días en un "garaje de asilo" del
bulevar Raspail, un importante grupo de
españoles, fuimos albergados en el cuartel Les Tourelles (París 20), donde mi
compañero ( Raphaël SALAZAR LABORDA
- Eysses : 2.754 Dachau-Allach : 73.610), poco
después, logró entrar en contacto con uno de los
dirigentes españoles de la MOI (José Miret) y se
empezó en dicho cuartel entre los españoles un trabajo de
organización, distribución de octavillas y prensa
clandestina. Se me utilizó como enlace y para el reparto de los
diarios, hasta enero de 1941, en que me trasladé a Orléans (Loiret),
donde proseguimos en mayor escala las mismas actividades, hasta enero
de 1942, en que mi compañero fue enviado a la Bretagne.
Quedando sola en Orléans, con mi
hijo (entonces de nueve años de edad), y a pesar de tener que
trabajar para poder comer, continué las actividades
clandestinas, poniendo a la disposición de la
organización clandestina la habitación que
ocupábamos y que fue a menudo utilizada para reuniones de los
dirigentes de la MOI y de los "maquis" de la región; y
también algunos perseguidos por los nazis o la Milicia se
camuflaban algunos días en mi casa, hasta que se les
podía encontrar otro sitio seguro o los medios para hacerles
pasar a zona "no ocupada".
Puse también a la disposición de la organización
de resistencia la buhardilla, que se utilizó como
depósito de prensa clandestina y octavillas anti-nazis,
y algunas veces armas y municiones, máquina de escribir, papel,
etc., pero en general mi mayor actividad fue la de enlace y
buzón entre los diferentes grupos de resistentes
españoles, de la MOI y franceses; el transporte y
distribución de la prensa clandestina ("Reconquista de
España" y otros diarios en español, catalán y
francés, llamando a la lucha contra el fascismo y el ocupante
nazi).
El 19 de julio de 1944, a las tres de la tarde, fui detenida. Se
presentaron en mi casa milicianos, agentes de la Gestapo
y perros policías. También fueron detenidos seis hombres,
ninguno de los cuales formaba parte de las organizaciones clandestinas,
y por el solo hecho, unos de vivir en la misma casa, y otros, por haber
entrado a visitar a otros vecinos, ya que durante unos ocho días
establecieron una "souriciére"
(ratoneras); pero, por suerte, no detuvieron a las mujeres
españolas que fueron a verme, y esto permitió que pronto
se supiese mi detención y tomar las medias necesarias, evitando
así el arresto de otros camaradas, ninguno de los cuales
cayó en las redes tendidas por la Gestapo.
Como es natural, hicieron un registro general, encontrando en la buhardílla prensa, octavillas y otros
materiales, registro que completaron pillando todo aquello que pudiera
tener algún valor, incluso en otras habitaciones de la casa.
Como ya he dicho, vinieron a detenerme a las tres de la tarde,
afortunadamente, ya que la misma mañana había tenido
lugar en mi casa una reunión en la que participaban responsables
españoles, franceses y de la MOI.
Mi detención fue debida a una denuncia de alguien que estaba al
corriente de mis actividades y que incluso había participado en
el trabajo clandestino, pero detenido más o menos por azar,
obtuvo su libertad (según él se escapó) gracias a
su buena voluntad, diciendo todo lo que sabía sobre mí y
mis actividades.
En el local de la Gestapo de Orléans empezaron los interrogatorios,
acompañados de bofetadas, puñetazos, quemaduras con
cigarrillos en los brazos. Ante mi silencio, más tarde emplearon
la matraca, luego el lavabo y, finalmente, el suplicio de la
bañera. Como continuaba sin querer hablar, me amenazaron con
que, si no daba los nombres y domicilios de los responsables de la
Resistencia local y regional, como también los de todos aquellos
que conocía y que participaban a la lucha, detendrían a
mi hijo y lo colgarían. Este "tratamiento" duró unos
quince días. Entre tanto, y por otras causas, algunos otros
camaradas habían sido detenidos, los cuales, cuando al fin me
permitieron salir a pasear por el patio de la cárcel, no me
reconocieron: tanto mi cara estaba hinchada y desfigurada debido a los
golpes recibidos.
Me conocieron
por los zapatos.
Íntimamente sentía una gran satisfacción y orgullo
de haber tenido la fuerza moral y física de haber resistido a la
bestia nazi y a sus métodos bárbaros y salvajes de
intimidación. Sabía que había cumplido con mi
deber y que nadie había caído en manos de los nazis por
mi culpa. Además, si como decían en los últimos ínterrogatorios, me iban a fusilar,
sabía también que mis camaradas, continuando la lucha, me
vengarían, y sobre todo que se ocuparían de mí
hijo, por lo menos hasta el regreso de mi compañero, que
también había sido detenido, mucho antes, a fines de 1942
(Rafael fue detenido el 30 de noviembre de 1942 cerca de la
plaza de Italia en Paris), y deportado
a Dachau.
A principios del mes de agosto de 1944 fui trasladada de Orléans a la cárcel de Fresnes, donde estuve hasta el 15 del mismo mes,
en que fui deportada a Ravensbruck, siete
días y siete noches de viaje, 70 mujeres por vagón de
mercancías, en las condiciones trágicas conocidas por
todos los deportados.
Hice la cuarentena en Ravensbruck, que
duró menos de un mes, en un block
infecto (como todos), hacinadas y maltratadas (como todas) y nos
hicieron trabajar transportando arena de un lado para el otro, y al
mediodía la clásica "gamella"
de un líquido pomposamente llamado "sopa", que era tan infecto
como el block.
Más tarde me mandaron en "Kommando" a Torgau
(cuatro días de viaje). Trabajé en el bosque, traslado de
leña, etc. Habiendo pedido voluntarias para trabajar en la
fábrica de material de guerra y hábiendome
negado (como la mayor parte), fuimos unas 250 mujeres trasladadas
(otros cuatro días de viaje) a Abteroda,
e inmediatamente obligadas a trabajar en la fábrica de
municiones y alojadas en el piso superior de la misma fábrica.
Al cabo de varios meses, otro traslado y otros cuatro días de
viaje hasta el campo de Markleeberg, donde
trabajaba de día con un pico y una pala como "terrassier", y por las noches, como suplemento,
en la descarga de vagones de carbón.
Ante el avance de las fuerzas aliadas, las autoridades nazis del campo
decidieron evacuar éste y salimos caminando por las carreteras,
según parece en dirección a Checoslovaquia. A los varios
días de marcha, y en compañía de otras tres
deportadas (francesas), conseguimos escaparnos de la columna y
atravesar bosques y caminos; llegamos a un campo de trabajadoras
voluntarias, que nos dieron de comer y nos guardaron unos ocho
días, escondidas, hasta la llegada de las tropas
soviéticas, y con las tres camaradas de deportación antes
indicadas, volvimos a ponernos en camino, hasta llegar a un hospital de
campaña americano, de donde pocos días después
pudimos ser trasladadas a Francia, llegando a Paris a fines de 1945 y,
como todos los deportados, acogidos en el hotel Lutetia.
Tanto en Torgau como en Abteroda y Markleeberg,
formé parte activa de grupos de resistencia (siempre con
las camaradas francesas, ya que yo era la única española)
al trabajo para el potencial de guerra nazi, sabotajes (en general poco
importantes, pero eficaces), etc., y también, dentro de las
posibilidades ayudé a las camaradas más débiles o
castigadas y sobre todo en el apoyo moral a aquellas que más lo
merecían por su actuación anterior y que caían,
ante nuestra espantosa situación, en el desespero y
pérdida de perspectivas para continuar la lucha. Este trabajo
permitió, en la mayoría de los casos, recuperar fuerzas
morales y poder resistir hasta la liberación.
De la Resistencia y la Deportación
(50 Testimonios de mujeres Españolas)
Neus Català
Edición: l'eina
(Barcelona)
ISBN: 84-86378-00-1