Enero de
1940, Barcarès :
En este
campo, previo examen médico militar, me declararon apto. Nos
leyeron un documento en el que se nos reconocía el derecho de
asilo, lo que implicaba nuestra dependencia del Ministerio de Defensa
francés durante el tiempo de guerra, y lo firmamos
individualmente cada uno de nosotros.
Nos alistaron en dos
Compañías de Trabajadores, la 208 y 209. En total
éramos 500. En cada compañías había 250
hombres, encuadrados por franceses. En realidad formamos dos
compañías puramente militares. Nos vistieron de soldados
con unas capas azul celeste, como las de la caballería francesa
de antaño, y nos mandaron al departamento del Yonne. Al llegar a
la estación de Saint-Florentin, fuimos recibidos por un coronel
del Ejército francés, pariente del general Gamelin,
según me dijeron; nos hizo un discurso diciendo que ahora
tendríamos ocasión de continuar nuestra lucha contra el
enemigo.
La Guerra Mundial había
comenzado ya en septiembre de 1939.
En realidad, se nos trato con rigor
militar pero con respeto.
Es decir, dejaban la
organización interna a los españoles, pero encuadrados
siempre por mandos franceses. Nuestra compañías la
mandaba un teniente que venía de los Spahis. Nos pusieron a
trabajar en una importante fábrica de material de guerra, de las
mas modernas y todavía no terminada. Allí
cargábamos obuses, balas y cartuchos para toda clase de armas,
pesadas y ligeras. En aquel arsenal ultramoderno también
trabajaban centenares de vietnamitas y otros tantos franceses.
Nosotros seguíamos
organizados como lo habíamos estado en el Ejército de la
República.
Como antiguo alumno de las escuelas francesas, en Barcelona,
conocía un poco de francés; esto me facilité, a
veces, gozar de una situación de privilegio relativo. Casi
siempre empleado en las oficinas de las Compañías o
Grupos de Trabajadores.
Seguimos allí hasta el
desastre del mes de junio de 1940.
Justo antes de la llegada de los
alemanes, dijimos a los militares franceses que si iban a dejar la
fábrica tal cual, o bien si, por el contrario, aceptaban que
fuese destruida. Pero bajo pretexto de no haber recibido
órdenes, nadie quiso tomar la iniciativa y la abandonamos
intacta.
Empezó
la retirada y fuimos a parar a Auxerre. Después del bombardeo de
la estación, se anunció que los alemanes estaban muy
cerca, camino de Avallon.
Después
de reflexionar sobre la situación, alertamos a los
españoles. Les dijimos: «Esto se acabo. No podemos seguir
obedeciendo órdenes de los franceses. Tenemos que escapar por
nuestra cuenta para no caer prisioneros. Dicen que los alemanes
están a unos treinta kilómetros... pronto los tendremos
encima».
La
desmoralización cundía entre nosotros, salvo en un
pequeño grupo de siete u ocho que decidió, costara lo que
costara, ponerse fuera del peligro de caer en manos de los alemanes.
Conseguimos unas bicicletas y... camino del Sur, a pedalear se ha
dicho! Yo, para borrar todo rastro, abandoné, resignado, mi
viejo abrigo que todavía conservaba de la 27 División.
En el momento
del armisticio, los españoles fueron seleccionados en los campos
de prisioneros del Ejército francés (Stalags) y
considerados no como prisioneros de guerra sino como irregulares.
Consultado el Gobierno de Madrid por las autoridades alemanas, parece
que la respuesta fue que los republicanos españoles exiliados no
eran españoles.
De nuestro
grupo, solo cinco llegamos a Toulouse.
Años
mas tarde, en Dachau, encontré compañeros de aquellas
compañías que fueron hechos prisioneros en el Yonne.
Entonces,
llegaste a Toulouse en bicicleta?
Primero
fuimos a Burdeos para intentar embarcar hacia Inglaterra o el norte de
África. Pero ya cerca de Burdeos supimos que los alemanes
llegarían antes que nosotros.
Mientras
atravesábamos el Morvan, en el café de un pueblo
oímos por radio el anuncio del mariscal Pétain,
según el cual Francia sería dividida en dos zonas. Por
consiguiente, sabíamos ya que habría una zona sin
alemanes.
Como que toda
la costa Atlántida iba cayendo en manos de los invasores,
entonces, cerca de Burdeos, cambiamos de rumbo y nos fuimos a Toulouse.
En Toulouse fui detenido por los gendarmes y me internaron en el campo
de Recebedou, que estaba cerca de la fábrica de pólvora;
allí pasamos unos días, hasta que nos metieron en el tren
y nos mandaron al famoso campo de Argelès, donde había
mucha gente de las Brigadas Internacionales.
Allí
esperamos que nos sacasen a trabajar. Llego ese día y a mi me
destinaron a la oficina de un Grupo de Trabajadores que cortaban
leña cerca de la línea fronteriza. Cuando la tramontana
soplaba fuerte, dábamos un rodeó por territorio
español, para llegar al tajo.
Al cabo de
unos días apareció un conocido mío, SOLER, y su
hermano (aviador) encargados de instalar una enfermería.
El Chispa
(manchego) y yo organizamos las primeras incursiones en territorio
español, apoyados por un muchacho catalán de
Sant-Genis-de-Fontaine y un obrero refugiado, español como
nosotros.
A causa de
unas inundaciones que hubo en la región, nuestro Grupo de
Trabajadores fue destacado para reparar los daños. Esto
facilité mis contactes entre la montaña y el llano.
Entonces, y
dentro de nuestras posibilidades, organizamos una especie de
intercambio: en Le Perthus, por un kilo de pan comprado en Francia, nos
daban cuatro latas de sardinas, y por una lata de sardinas, nos daban
en Francia cuatro kilos de pan. Esto nos permitió ayudar mucho a
nuestros amigos de las Brigadas Internacionales, quienes después
fueron entregados por el mariscal Pétain a los nazis; mas tarde
los encontramos de nuevo en los campos alemanes de Dachau y Buchenwald.
Pero,
aparté de esto, estaba en alerta la organización de
aquella zona, pues los alemanes habían empezado ya a reclutar
gente para trabajar en el muro del Atlántico.
Las
condiciones en las Compañías de Trabajo francesas eran
precarias y muchos españoles prefirieron irse a trabajar con los
alemanes, mientras que otros fueron llevados por la fuerza. Nosotros
hicimos lo imposible para que la gente no fuese a trabajar con ellos,
nos parecía una traición. Esto funcionaba así: los
alemanes pedían a los franceses cierto contingente de
trabajadores y éstos consideraban mas cómodo coger a
gente de los campos que a sus propios compatriotas.
Entonces, y
con el fin de evitar vernos forzados a ir a trabajar en el muro del
Atlántico, creamos la primera organización de resistencia
contra esta situación.
A un grupo de
españoles, que podríamos considerar como los primeros
deportados de la Resistencia y que trabajaban en los grupos de ayuda a
los miembros de las Brigadas Internacionales del campo de
Argelès, los condenaron a unos campos de concentración
poco conocidos de las islas anglo-normandas Jersey y Guernesey. De
estos compañeros muy pocos se salvaron.
Como que en
los Pirineos Orientales algunos de nosotros estábamos ya muy
quemados, se tomó la decisión de enviarme al Macizo
Central. En el mes de noviembre del ano 41 llegué a Saint-Flour
y de allí me mandaron a Mauriac, donde pude entrar en las
oficinas de un Grupo de Trabajadores Extranjeros que controlaba
prácticamente a todos los españoles encuadrados en las
compañías de tipo privado: obras públicas, en las
minas o en los pantanos.
Esto me dio
cierta libertad de movimiento y pude ponerme en contacto con otros
españoles, entre ellos Ventura MARQUEZ y Antonio RODRIGUEZ (que
fue comandante del batallón de ametralladoras de El Campesino);
Pedro RADA, aviador, y muchos otros con los que organizamos el primer
grupo de guerrilleros españoles de aquella zona, hasta que me
detuvieron en el 43.
Pero ellos
pudieron continuar sus actividades hasta la liberación. Ventura
MARQUEZ, RADA y otro compañeros, pasaron a España por
Navarra y los detuvieron en Pamplona.
En que ano
sucedió esto?
Esto era ya
en el ano 44.
A mi me
detuvieron los franceses en Mauriac, en el 43, y no conocí a los
alemanes hasta mas tarde.
De que te
acusaron?
Estuve seis
días en manos de la policía y cuando vieron que ya no me
sacarían nada mas, me llevaron a la cárcel de Aurillac, v
de allí a Riom, donde fui juzgado por un tribunal especial. En
la cárcel seguía preso el que fue ministre de
Educación Nacional en el gobierno Blum, Jean Zay, asesinado por
la milicia unos meses mas tarde.
Como no
pudieron acusarme de nada importante, me condenaron como agente de la
Tercera Internacional, de acuerdo con la ley Daladier del ano 39, a dos
años de prisión en la cárcel de Riom. Esta ley
imponía penas de uno a cinco años de prisión.
El día
antes del juicio, la Resistencia mato a uno de los miembros del
Tribunal Especial y los jueces debieron de atemorizarse pues solo nos
condenaron, a mi y a un grupo de franceses que había asaltado un
depósito militar, a penas benignas.
De buena me
libre, porque yo estaba en la dirección de la
organización militar, con Puig PIDEMUNT y GUILLEN.
Al pobre Puig
PIDEMUNT lo fusilaron en España, y a Ventura MARQUEZ en
Pamplona, tras un largo calvario, después de haber sido hecho
prisionero, con Pedro RADA y otros, en el otoño de 1944.
Y
después de la cárcel, qué pasó?
A los presos
de las cárceles francesas considerados peligrosos nos llevaron a
la central de EYSSES, en el Lot-et-Garonne. La organización de
resistencia dentro de la cárcel era francesa. Los reclusos
franceses eran 1.200 y los españoles solo 70.
En EYSSES
hubo una sublevación en cuya organización participaron
también los españoles. El objetivo consistía en
llevar a cabo una acción conjunta con el maquis exterior y
unirnos después a ellos, Pero tuvimos que adelantar la
acción sin poder esperar la ayuda exterior, pues destituyeron al
director y nos iban a mandar a un tal Schivo como sustituto para hacer
fracasar la sublevación que ellos barruntaban.
Con el fin de
evitar males mayores, el 19 de febrero, aprovechamos una visita de
este, lo cogimos como rehén y desencadenamos la
sublevación con el pequeño material que habíamos
podido introducir en la prisión gracias a la complicidad de
algún que otro guardián.
Pero a pesar
de siete horas de levantamiento no conseguimos adueñarnos de la
situación. Cerraron la puerta principal de la prisión,
vinieron los alemanes y la milicia, y la insurrección
quedó sofocada,
Se
formó un tribunal y fusilaron a doce presos, entre ellos dos
españoles : Beltràn SERVETO y Jaime SEROT.
Después
de esta derrota nos deportaron a Alemania. Nos hicieron prisioneros las
SS de la División Das Reich.
El día
del traslado (30 de mayo de 1944) a una parte de los detenidos los
hicieron subir en camiones hasta la estación, que estaba a unos
siete kilómetros de distancia. Al resto — unos ochenta
— nos condujeron a pie; hicimos el recorrido a culatazo limpio. A
Angel HUERGA que no podía seguir al convoy lo mataron en el
camino. Emprendimos la marcha a través de un bosque en el que
por un instante creí que nos fusilaban. Pero no fue así.
Uf!
Nos llevaron
andando, por la sencilla razón de que no tenían mas
camiones.
Las dos
expediciones nos encontramos en la estación de Penne d'Agenais y
nos metieron a todos juntos en un tren para Alemania. De la
estación de Penne a Compiègne estuvimos cinco largos
días en las duras condiciones que narra Jorge SEMPRUN en un
magistral libro.
120 detenidos
en cada vagón de mercancías sin agua, sin comer y casi
sin aire.
Llegamos a
Compiègne y al cabo de unos días, nos metieron en vagones
de 120 personas y...para Alemania!
Durante el
trayecto intentamos escapar, pero los alemanes aterrorizaron a la gente
diciendo que por cada uno que escapase fusilarían a cinco.
Cuando
parábamos por lo que fuese, los alemanes instalaban las
ametralladoras y no hubo mas remedio que seguir así hasta DACHAU.
Cuando
llegamos allí (21 de junio de 1944), los alemanes anti-nazis y
austríacos de las Brigadas Internacionales ya habían sido
avisados de que en aquel convoy francés había
también españoles.
Una vez
tomada nuestra filiación y tras haber pasado por las duchas y la
desinfección, estas organizaciones entraron en contacte con
nosotros. Así fue como volví a ver a ORTIZ, un
compañero de las Compañías de Trabajadores del
Yonne que los alemanes habían hecho prisionero durante la
retirada y a quien habían trasladado de MAUTHAUSEN a DACHAU.
Con él
y otros pudimos empezar enseguida la organización dentro del
campo y estructuramos la resistencia de los españoles, en
contacto con la organización internacional de resistentes que
allí había.
Cuanto tiempo
estuviste en DACHAU?
Algo mas de
un año y, antes, otro año en las cárceles
francesas.
Como se
realizo la liberación de DACHAU?
Poco antes de
la liberación llego a DACHAU un convoy particular — el
famoso tren de la muerte — compuesto de mutilados de la guerra de
España procedentes del campo de Le Vernet y otros.
Llegaron
allí en una situación lamentable: mas de la mitad
murió por el camino. Y los supervivientes llegaron horrorizados.
No
comprendíamos por que los alemanes no los habían matado
antes. Entre ellos se encontraba el inolvidable doctor PARRA y los
coroneles SALABERT BLASCO, DIAZ TENDERO, REDONDO y VELASCO. Todos ellos
eran militares profesionales y habían servido con honor al
Gobierno de la República.
Llegar a
Alemania mutilado y sin poder trabajar era estar condenado a una muerte
segura. Nuestra acción consistía en organizar la
solidaridad y protección del centenar de españoles que
llegaron en tales condiciones.
Esta fue una
de nuestras primeras actividades y, con la ayuda de los
compañeros de las Brigadas Internacionales, conseguimos salvar a
muchos de ellos.
Fue el
camarada ALMAGRO, joven generoso, entusiasta, del barrio de Gracia de
Barcelona, el encargado de la colecta y distribución de la
solidaridad, hasta que la epidemia de tifus en el campo acabo con
él.
DACHAU fue el
último campo liberado por las tropas aliadas.
Los alemanes
trasladaron allí lo que quedaba de las evacuaciones de otros
campos. Por consiguiente, y gracias a lo que nos explicaban los
supervivientes, teníamos cierta experiencia en evacuaciones.
Entonces
nuestra organización militar decidió que, si un
día intentaban evacuarnos, los nombres en mejores condiciones
físicas deberían situarse en los extremes de la
formación para, en caso de peligro, poder arrebatar las armas a
los guardianes y evitar que nos liquidaran.
Esto
sucedió con un grupo de internados alemanes: cuando quisieron
sacarlos del campo, consiguieron arrebatar las armas a sus guardianes y
se hicieron fuertes en la alcaldía del pueblo de DACHAU.
Resistieron
durante veinticuatro horas. Las tropas americanas, informadas,
aceleraron su aproximación, pero los que resistieron en la
alcaldía el asalto de las SS fueron diezmados en combate
desigual.
Cayeron en el
combate, entre otros, tres muy conocidos: Anton HACKL y Enrich HUMBANN,
austríacos de las Brigadas Internacionales, y Friedrich DURE,
alemán, con el n.° 308 de Dachau, lo que demuestra que
estaba en el campo desde el ano 1933.
Este hecho,
además del rumor de que las tropas norteamericanas ya estaban
cerca, provoco la desbandada de los vigilantes del campo.
Aquel 20 de
abril de 1945, de alegre memoria, fuimos liberados por el
Ejército norteamericano.
Éramos
30.000 presos.
Todavía
no había sido liberado el campo y la bandera republicana
española y la austríaca de las Brigadas Internacionales
ondeaban ya en la entrada de DACHAU.
Ambas
banderas las confecciono un catalán, llamado Luís SUNYER,
que venia de Mauthausen y que trabajaba en la sastrería del
campo donde tenía acceso al depósito de telas. Encontrar
los colores fue todo un problema!
Otro problema
fue que teníamos que aprender a comer poco a poco.
Algunos
murieron por comer demasiado.
0s fuisteis
de allí des pues de ser liberados por los norteamericanos?
Como medida
de seguridad nos dejaron en cuarentena, pues había una epidemia
que hacia varios meses que duraba. No entremos en Francia hasta el
cinco de junio.
La
emoción de la liberación debió de ser algo muy
importante para vosotros ?
Naturalmente
fue un momento indescriptible, aunque estabamos preparados para
afrontar toda eventualidad. Para nosotros se había terminado
otra etapa, ya que todavía seguíamos con vida.
Yo he visto
llorar al general LECLERC. Estaba en un sector próximo al
nuestro y vino a ver a los franceses.
Había
oído hablar de los campos y era un hombre acostumbrado a la
guerra, pero cuando vio la situación en que se encontraba
aquella gente le saltaron las lágrimas de emoción. Y
dijo: «;No es posible! Es horrible! Es inimaginable! ».
A la vez,
tuvo una reacción simpática y añadió al
vernos: «Por dondequiera que voy, siempre he de encontrar
españoles».
Naturalmente,
entre sus hombres había muchos que le siguieron desde el Chad,
en África, hasta la liberación de París. El
general concluyo diciendo que «pronto se acabaría
también para nosotros tanto sacrificio»; pero, por
desgracia, no fue así.
En el campo
nos enteramos, por los diarios, de lo del Valle de Aran.
Qué
impresión os hizo?
Ayudo a
sobrevivir a los más malparados, les dio una inyección de
esperanza para resistir mas tiempo. Pero cuando supimos que
había sido un fracaso, consideramos oportuno no decir nada a
nadie, temimos que la noticia fuera insoportable para compañeros
en tan malas condiciones.
Al cerrarse
el campo sucedió un hecho particular. Los norteamericanos por lo
general desconocían la situación política de
Europa. Pero entre las fuerzas que llegaron a DACHAU había
mexicanos, es decir gente de había española, con los que
pudimos entendernos y conversar. Estos soldados en la mayoría de
los casos poco o nada sabían del significado en Europa de las
palabras antifascismo, democracia...
Pero, a la
vista de aquellos horrores comprendieron pronto la significación
del nazismo.
Qué
paso con los guardias del campo?
Para
explicarlo haría falta otro libro.
Llego un
momento en que DACHAU y BUCHENWALD estuvieron en manos de las Brigadas
Internacionales.
Hubo
discusiones políticas entre los viejos alemanes detenidos en la
época del nacionalsocialismo del año 33.
He visto a
gente que, después de haber luchado durante cinco años en
MAUTHAUSEN y conseguido crear allí una situación que fue
la admiración de muchos —porque gracias a la
organización montada por los españoles pudieron
sobrevivir—, fueron luego llevados al banquillo de los acusados
sin saber que reacción tomar. Los que mejor parados salimos de
todo esto fuimos los de DACHAU. En BUCHENWALD, evacuaron la mitad del
campo y casi todos murieron, pero la otra mitad puso en práctica
lo que nosotros habíamos previsto hacer en DACHAU.
Hubo una
insurrección armada y los españoles, junto con las
Brigadas Internacionales, jugaron un papel importantísimo en la
organización de esta sublevación. No se en que medida
esto fue tenido en cuenta.
Si fuimos
deportados era debido a que habíamos luchado. Cuando volvimos a
Francia encontramos a muchos situados en puestos importantes, y nadie
sabía lo que habían hecho ni dónde habían
estado entre los anos 40 y 42. Y el ano 44 o 45 ya eran coroneles
o generales. Los verdaderos y mas importantes resistentes, como
Cristino GARCIA, VITINI y otros muchos, fueron enviados a España
y todos sabemos como acabaron.
Cuando, una
vez liberada Francia, los franceses volvieron de su deportación,
se les hizo un homenaje y hubo festejos, pero ninguna
organización política española hizo nada en honor
de los españoles supervivientes de aquella trágica
condición. Por el contrario, fuimos recibidos en algunos medios
como apestados peligrosos,
Qué se
hizo en Toulouse para homenajear a los deportados españoles?
En Toulouse
el homenaje lo patrocinó y convoco un centro de estudios
económicos. En este homenaje, presidido por el alcalde, monsieur
Badiou, hablaron Jaime NIETO, José ESTER y Federica MONTSENY
entre otros.
Cuando
llegamos a Francia, empezaron de nuevo los líos
políticos. Yo no digo que en el campo desaparecieran todos los
antagonismos políticos, pero los que tenían un
comportamiento antifascista honrado no eran enemigos: el verdadero
enemigo era el nazismo.
Al llegar a
Toulouse, a mí me pareció normal que a cada uno de
nosotros nos hicieran, caso por caso, un examen de lo sucedido y de las
causas de nuestra deportación, a pesar de que si habíamos
sido deportados era por haber combatido. Pero cuando en una
reunión presidida por Dolores en persona, celebrada en Toulouse,
se nos acusó de sospechosos por no haber muerto matando..., me
pareció un tanto lamentable.
Hay que saber que tanto
en Dachau como en otros campos, la solidaridad se organizo así:
de nuestra raquítica ración diaria cortábamos una
rebanada de pan y un trocito de la margarina, que nos daban para
almorzar a los que trabajábamos, y lo guardábamos para
los mutilados, puesto que el que no podía trabajar estaba a
media ración. Además, había que saber elegir: si
se lo dábamos a uno que se estaba muriendo, no lo
salvaríamos, pero dárselo a uno que aún
podía resistir podría tal vez salvarlo.
A nosotros se nos ha
reprochado este criterio de selección. Nos han dicho que era
inhumano y sectario, pero la realidad fue que gracias a ello pudimos
salvar a muchos compañeros enfermos.
Cuando se trataba de
ayudar a alguien, como era imposible hacerlo con todos, se
tenían que aplicar ciertos criterios selectivos. Esto ocasionaba
enormes problemas de tipo moral y de conciencia. Mucha gente nos lo ha
reprochado. Pero para sacar a alguien de un comando en el que
sabías que iba a morir, se tenía que poner a otro en su
lugar. Qué hacer?
Si partíamos del
punto de vista de que la lucha continuaría, sobre todo para
nosotros, que teníamos Franco para días, había que
decidir justa o injustamente y hacer llegar la ayuda a la gente con mas
predisposición para poder seguir luchando mas adelante. No se
podía medir a todo el mundo con el mismo rasero.
El hecho es que los
peatones de la historia nunca tendrán razón.
Tu llegaste a Toulouse
vestido de SS?
No fui el
único que iba vestido así. Los norteamericanos
tenían miedo a ser contaminados. Antes de subir a los camiones
nos desinfectaron, nos fumigaron con DDT, nos quitaron la ropa que
llevábamos y nos dieron uniformes del depósito de las SS
pero sin insignias.
Cuando
llegamos al Centro de Recepción francés de Mulhouse, no
había trajes a mi medida y tuve que continuar vestido de SS
hasta Toulouse. A los otros les dieron los típicos trajes de los
prisioneros de guerra franceses.
A la primera persona
que vi en Toulouse fue al oficial de los servicios especiales del
Deuxième Bureau. Como ya
sabía lo de los campos no me hizo muchas preguntas.
Buscaban a gente de
derecho común o colaboradores que hubiesen podido infiltrarse
entre los que volvían.
Esto a mi no me
sorprendió y encontré muy normal que tomasen ciertas
precauciones. Sobre todo porque yo volvía solo.
Así pues, fuiste
interrogado con el traje de SS. Después te compraste otro?
Había varias
organizaciones de ayuda y algo mas tarde me dieron un paquete del
Unitarian Service en el que había prendas de vestir. Al cabo de
un tiempo, también pude recuperar la maleta que se quedó
en la cárcel en la que había algo de ropa.