De la cárcel de Montauban al presidio de Eysses


 UN DIA INOLVIDABLE: EL 15 DE OCTUBRE DE 1943

En la procesión de los días y del tiempo hay jornadas que marcan fuertemente y que no se olvidan nunca. Citaré como ejemplo el 15 de Octubre de 1943. Yo me desperté muy temprano en una celda de la Maison d’arret de Montauban, la ciudad del gran pintor Ingres. Estaba "cumpliendo condena", como se dice corrientemente, desde el mes Febrero de 1941.Una condena injusta y absurda impuesta por un tribunal militar francés bajo la presión de la Gestapo. Y digo injusta y absurda porque la policía y el juez no habían encontrado ninguna prueba que pudiera justificarla. Las víctimas fuimos un grupo de militantes del POUM español formado por Juan Andrade, Josep Rodes, Ignacio Iglesias, Josep Coll, Josep Comabella, César Zayuelas, Josep Capella y otros camaradas y el autor de estas líneas. Nos condenaron a largas penas de trabajos forzados y de prisión, pese a que ni siquiera habían logrado descubrir nuestros contactos con los primeros grupos de la Resistencia. Por lo visto, éramos "rojos españoles" y eso bastaba

El viaje al presidio

Vuelvo al 15 de Octubre de 1943. Nos despertaron muy temprano y nos anunciaron que nos iban a trasladar de cárcel. Tratamos de saber algo más concreto interrogando a los guardianes que habían sido más amables con nosotros y en particular al director, que había tenido el gesto de confiarnos la biblioteca de la cárcel para que la arregláramos e hiciéramos un catálogo, lo que nos había permitido leer centenares de libros. Pero todo resultó inútil. El silencio era de rigor, como proclama el régimen penal. La Guardia Móvil nos metió en un autocar con rumbo desconocido. Pero estábamos en la calle, recorríamos la ciudad, veíamos ese cielo que desde 1941 parecía prohibido para nosotros, salvo en los 15 minutos diarios de paseo en los patios celulares, Y, sobre todo, un espléndido sol nos cegaba y, al propio tiempo, nos llenaba de alegría.

La campiña del Lot et Garonne nos parecía más bella que nunca. Por otra parte, los guardias móviles nos dejaban saludarnos y hasta hablar en voz baja. No recuerdo cuanto duró el viaje. César Zayuelas, que había logrado sentarse a mi lado, me insinuó que dos guardias habían dicho que íbamos a un presidio. Yo me puse a temblar porque me vino a la memoria la lectura de "Los hombres en la cárcel" de Víctor Serge. Pero estábamos llegando. Nos hicieron bajar del autocar y nos introdujeron en el patio de entrada de la Maison Central de Eysses. Lo comprendimos en seguida: estábamos en un presidio. Alguien dijo mirando la puerta del penal: "Al menos aquí no seremos encerrados en celdas". Tuvimos unos momentos para cambiar impresiones entre nosotros. El cielo era tan azul y tan espléndido como en España y volvíamos a ver los pájaros, los árboles y las flores. Estábamos de nuevo deslumbrados y profundamente inquietos.

Pero antes de ir más lejos quizá valga la pena decir que la Maison Centrale de Eysses se encuentra en las cercanías de Villeneuve-sur-Lot (departamento del Lot-et-Garonne) y que fue primero un monasterio galo-romano y después una Abadía de frailes benedictinos hasta la Revolución francesa. Luego fue transformada en presidio y, más tarde, en prisión de Educación vigilada. Su historia es espantosa. Por eso alguien escribió a fines del siglo XIX que "los sufrimientos morales y físicos de Eysses eran más terribles que los de los forzados de Cayenne" (Guayana francesa). Nosotros no sabíamos nada eso y, en cambio, había llegado hasta algunos de nuestros compañeros el rumor de que Eysses era un presidio de escala para la deportación a la Alemania de Hitler. En cambio, si llegamos a saber que el gobierno del mariscal Petain había decidido trasladar a los presos políticos considerados como los más "peligrosos" a un gran centro penitenciario del sur de Francia.

La "sublevación" de los presos políticos

Entramos en el presidio y se nos sometió en seguida a la "técnica" penitenciaria. Nos obligaron a desnudarnos, nos impusieron una ducha ultrafría, nos cortaron el pelo al cero y nos dieron el traje penal y reemplazaron nuestros zapatos por enormes zuecos de madera. Inútil decir que todos estábamos furiosos. Los guardianes trataron de evitar las protestas que comenzaron a surgir explicando que nos habían sometido a las "medidas naturales de higiene", previstas para los que entraban en el penal. Y, seguidamente, ordenaron a varios grupos de presos a alinearse y a marchar al paso hacia el "pretoire" (la sala de disciplina),donde teníamos que comparecer ante el director del presidio.

De mala gana, sin marcar el paso, entramos en la sala, En un pequeño estrado apareció el señor Lasalle, director de Eysses. Nos miró un largo rato y, luego, sacó unos papeles y se dirigió a nosotros para decirnos que estábamos en un presidio y que éste se regía por un reglamento que se aplicaba con humanidad. De repente, su tono de voz cambió y dijo que sabía que entre los presos había abogados, periodistas, médicos y un ex-prefecto y dirigentes de un partido español que no conocía…Y cuando parecía que iba a terminar, vacilando un poco, preguntó por las tendencias de los presos. Alguien cuyo nombre no recuerdo dijo: "Muchos somos gaullistas." La sorpresa de todos nosotros fue enorme. Victor Michaut proclamó poco después: "Yo y otros somos comunistas". Otro de los presos se atrevió ya a formular reivindicaciones. "Señor director: nos han quitado nuestros zapatos y nos han impuesto zuecos. Es humillante y absurdo." El señor Lasalle explicó que en el presidio no había un taller para reparar los zapatos gastados. La respuesta sonó en la sala como un cañonazo. "Señor director : Nuestros zapatos resistirán y no habrá que repararlos porque, antes de que se usen, Francia será un país libre y nosotros también". La cosa tomaba características de mitin. El matemático trotskista Gérard Bloch declaró: "Yo soy comunista, pero pertenezco a la IV Internacional".

Un acontecimiento sin precedentes

El broche de oro lo puso nuestro compañero Josep Rodes, que estaba en primera fila. Rodes, que había sido Comisario de Orden Público de la provincia de Lérida en los primeros meses de la Revolución española y luego miembro del Comité Ejecutivo del POUM, intervino para decir: "Durante la guerra civil española yo fui algo parecido a lo que ustedes llaman un Prefecto. Tuve que asumir, por lo tanto, responsabilidades importantes en una situación compleja y difícil y sé que los reglamentos pueden aplicarse con espíritu burocrático y represivo o con humanidad y generosidad. Ya ha visto usted que nosotros somos presos políticos". Ya no se podía ir más lejos. Y el señor Lasalle, vacilando de nuevo, se despidió.

El acto del "pretoire" fue un acontecimiento sin precedentes. En aquella sala donde se habían cometido tantos abusos y atropellos criminales sonó por primera vez la voz de la resistencia política y revolucionaria contra el fascismo y por la libertad. En una hora se obtuvo la apertura de un proceso que condujo al reconocimiento de un amplio régimen político para todos los presos de Eysses. Fuimos al comedor casi cantando y, desde luego, sin marcar el paso. Tiramos los zuecos y nos devolvieron los zapatos. ¡Todo un símbolo!

Los patios del presidio se convirtieron en lugares de frecuentación, de reconocimiento y de libre discusión. Se organizaron conferencias y debates sobre los temas más variados : la guerra mundial, el fascismo, la Revolución española, los problemas de la Resistencia y de la lucha armada contra las fuerzas hitlerianas y la Milicia de Petain. Y se estableció un contacto con la dirección de Eysses para plantear y resolver todo lo relacionado con la vida en el presidio. Por desgracia, esta situación no duró mucho tiempo, como he tenido la posibilidad de explicar en la biografía del militante poumista Josep Rodes. Hubo nuevos hechos importantes y graves en Eysses y la mayor parte de los presos fueron finalmente deportados al campo de concentración de Dachau. Pero el objeto de este artículo era y es explicar uno de los episodios más interesantes y más significativos de la historia de Eysses porque en él se concentran y se resumen los valores más importantes de la lucha contra el fascismo : la unidad, la fraternidad, la solidaridad y el coraje frente al adversario. Sí, el 15 de Octubre de 1943 fue un día histórico, un gran día para los presos combatientes de Eysses.

Wilebaldo Solano

París, 22 de Diciembre de 2000

 

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