LA PRISIÓN CENTRAL DE EYSSES

Algunos de los objetivos a los que la Agrupación de Guerrilleros prestó la mayor atención, tanto por razones de orden moral y sentimental como de orden práctico, fueron las cárceles donde había más o menos compatriotas -que éstos fueran o no de Unión Nacional-internados o ya condenados. Así, en cuanto fue posible y siempre a escala local o departamental, que era la mejor manera de investigar y proceder en consecuencia, se organizaron grupos, en general de mujeres, que se encargaban de llevar a los detenidos los indispensables paquetitos de víveres sin los cuales la vida en el interior de estos establecimientos, sobre todo en aquella época, era difícilmente soportable. Y en las cárceles de menor importancia este trabajo era relativamente fácil - siempre se encontraba entre las emigradas una "prima" más o menos lejana que se pudiera acercara las puertas con su modesto ajuar sin sospecha por parte de los guardias del exterior o del interior. Hablamos de lo que conocemos: ¿qué habrá sido de aquella sirviente en una fonda de Mirepoix, a la que habíamos conocido de paso por la fonda donde encontrábamos cobijo, sin que los dueños se dieran cuenta de quienes éramos, y que resultó ser cercana parienta nuestra por necesidad del momento? . Con este parentesco se lograban hacer ciertas gestiones cerca de las autoridades que, algunas veces, dieron resultado.

He aquí, pues, otro aspecto particular de participación en las actividades de la Resistencia que, hasta ahora, no han figurado en ninguna parte.

Este fue uno de los aspectos de la atención prestada por los guerrilleros a sus compatriotas y compañeros en la desgracia. Pero no fue el único. El principal, era la liberación de los prisioneros, de todos los prisioneros políticos de cualquier nacionalidad -que, en el interior, se organizaban, conjuntamente o por grupos de nacionalidad más que de Partido o Movimiento. Nontron, Aix en Provence, Nimes, Castres, son la prueba de lo que decimos.

Pero, para hacer comprender mejor lo expuesto, citemos ampliamente lo sucedido en dos de estos establecimientos de desigual importancia en cuanto al número de internados y a los hechos que en ellos tuvieron lugar: Foix, pequeña cárcel departamental, y Eysses, en Villeneuve sur Lot (Lot y Garona), de trágica memoria por haber perecido allí gran número de prisioneros, entre ellos algunos españoles.

En Foix se constituyó un grupo de Unión Nacional a finales de 1943. Poco tiempo después apareció el primer número del periódico "Reconquista de España", escrito a mano y leído por todos los españoles políticos. Cada día, durante las grandes batallas de aquella época, se daba un resumen de lo sucedido, trabajo bastante difícil de realizar dada la escasez de informaciones. Había que recurrir a los propios comunicados alemanes y proceder a un examen minucioso para intentar hallar la verdad de la situación. Algunas veces, se han publicado estos boletines dos veces al mismo día, con el propósito de mantener en alto la moral de los reclusos.

Se había logrado crear un pequeño fondo de dinero que no pasaba por el control de las autoridades penitenciarias. Cuando alguno de los resistentes era trasladado a Toulouse, se le entregaban algunos francos por si le podían servir para escaparse y llegar hasta el lugar más cercano donde refugiarse. Esto permitió, en una ocasión al menos, en que dos de nuestros compatriotas se lanzaran del tren, con las esposas en las muñecas. Así llegaron hasta una casa amiga, desde donde se reincorporaron a su "maquis" de origen.

Además, funcionaba una cooperativa entre los recluidos. Cuanto llegaba a nombre de alguno de ellos, era distribuido entre todos. Únicamente hubo uno de los compañeros que se quedó con una parte superior a la que le correspondía, cosa que se comprende si se tiene en cuenta la mala comida que entonces se daba a los presos.

Bien estructurada Unión Nacional, los enlaces en el exterior se hicieron fácilmente y la propaganda entraba en el interior en abundancia. El encargado de repartirla era el contable de la prisión, miembro de la resistencia, que tenía muchas facilidades de movimiento en el interior de la cárcel.

Otra particularidad era que, gracias a los contactos con la Resistencia francesa, ésta, que controlaba a algunos guardianes de prisión, los puso en contacto con el responsable citado, lo que hacía que los detenidos controlaran a sus propios carceleros. Estos -eran dos en total- cumplieron bien su función de enlace y, cuando se prepararon las dos operaciones liberación de los treinta prisioneros -franceses y españoles- los guardianes fueron los principales colaboradores de los guerrilleros. Llegaron, incluso, a fabricar una falsa llave de la puerta de entrada.

Sin embargo, las dos tentativas fracasaron por razones ya explicadas. Y la liberación no se produjo hasta que la Tercera Brigada decidió la toma de la ciudad capital del Ariége. La prisión departamental quedará como un símbolo de fraternidad y de solidaridad entre españoles en la desgracia.

El "Batallón de Eysses"

La prisión central de Eysses, viejo, maloliente e insalubre caserón, había recobrado, por decisión del nuevo Gobierno, instalado en Vichy, su nombre de otros tiempos: "Maison Centrale de Force", que es toda una promesa en el espíritu de los gobernantes al servicio del ocupante.

Allí fueron trasladados, a partir de octubre de 1943, aquellos elementos considerados como más peligrosos tanto por los propios franceses como por las autoridades alemanas, las cuales, en este recinto-fortaleza, podían vigilarles con mayor facilidad. Además, desde allí era más difícil evadirse que de las pequeñas cárceles de provincias, y las tentativas de evasión no podían conducir más que al fracaso como así sucedió desgraciadamente.

Del total de los mil doscientos internados en esta prisión, la mayor parte eran franceses, naturalmente. Venían después, por orden de importancia, los españoles, con unos sesenta, los italianos y algunos rusos entre otros. Y gran número de ex-soldados de las Brigadas Internacionales. Los españoles procedían de Marsella, Toulouse, Mimes, Grenoble, Montauban, Tarbes, Rennes, París y otros departamentos y prisiones.

Si los franceses constituyeron rápidamente una sección del Frente Nacional, los españoles les imitaron creando otra de Unión Nacional, en la que había no solamente los internados comunistas sino socialistas y anarquistas. El grupo español gozó siempre de autonomía en su actuación, aunque, como era también natural, las acciones que había que realizar se estudiaban y ejecutaban conjuntamente. Y no fueron pocas, por cierto.

Al principio, fue la lucha por la conquista del respeto y la dignidad de los detenidos. Terminaron las "ruedas" infamantes, aquellas largas colas sin fin, en círculo, en que los detenidos se cansaban inútilmente. Terminada la vigilancia directa y los malos tratos de los "prevots" y cabos de vara, una delegación de los presos les representaba ante la Dirección del establecimiento. Se aireaban las celdas, los detenidos se podían lavar ampliamente y libremente en el patio, etc.

Ya iniciada esta reconquista de ciertos derechos inherentes a los presos, conseguido el libre movimiento de los encargados de enseñar en clases de cultura general, de los delegados de los detenidos, la libertad de enviar cartas y recibir correspondencia, periódicos, paquetes y algunas visitas, los resistentes crearon grupos de estudio militar, ya que, desde el primer instante, las organizaciones tenían como objetivo la evasión. En estas clases se prepararon los que ya tenían experiencia guerrillera y los que, detenidos desde sus principios, no habían podido participar en acciones exteriores.

Hubo tentativas de incorporar a los políticos algunos de los llegados que eran delincuentes de derecho común, pero esta estratagema fracasó,

"La primera acción efectuada en Eysses - dice uno de los ex-internados- fue un acto de solidaridad. Había en el sector celular presos administrativos, detenidos como sospechosos, que no habían sido juzgados pero que corrían el peligro de ser deportados a Alemania o entregados a la Gestapo en la zona Norte. Los sacaron de Eysses por sorpresa, pero los ferroviarios sabotearon el tren y regresaron a la cárcel. Hicimos un plante en el comedor que duró desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde, y obtuvimos la promesa de la anulación de la partida. Pero, por la noche, gendarmes y GMR vinieron a la prisión a buscarlos y, para amedrantarlos, lanzaron en sus dormitorios bombas lacrimógenas. Se dio la voz de alarma y salimos rompiendo las puertas. Más de mil detenidos formados militarmente en una avenida del interior, frente a la puerta del este en la que nos esperaban los gendarmes y GMR armados. La columna se pone en marcha y al mismo tiempo las mil gargantas rasgan la noche con "La Marsellesa". Los proyectiles no cesan de enviar pinceladas de luz blanca. Avanzamos. La distancia disminuye. Entre los cañones y nosotros sólo unos metros. Estamos desarmados. Únicamente algunos grupos especiales, entre ellos uno español, esconden como pueden mangos de palas, picos y hachas. El oficial vacila; no tiene confianza en sus subalternos; no se atreve a dar a tiempo la orden de fuego. Luego es demasiado tarde, estamos muy cerca de los fusiles. Con la promesa de que los administrativos no saldrán de la zona sur, volvernos a nuestros dormitorios, militarmente formados".

Políticamente y militarmente, eran los franceses quienes dirigían el movimiento, bajo la dirección de "Bernard". Los españoles estaban dirigidos por Félix Llanos, que murió a su regreso de un campo de concentración alemán, Miguel Portóles y Juan Antonio Turiel. Guardia Fernandez estaba encargado de instruir los cuatro grupos españoles, con treinta hombres en total.

La situación no mejoraba después de los actos comentados más arriba. El director de la prisión, Lassalle, fue destituido y reemplazado por Chartroul.

No obstante, la idea de preparar una evasión colectiva continuaba su camino. Se prepararon varios planes y, al fin. se adoptó el estudiado por François Bernard, que tenía como punto principal de referencia la sorpresa.

Los franceses habían logrado, como en Foix, establecer una organización entre los guardianes de Eysses. Estos, de acuerdo con resistentes del exterior, permitieron la entrada de algunas armas cortas en el interior, que entraron en cajas de galletas; unas diez pistolas ametralladoras "Sten" y 34 bombas de mano según uno de los participantes. Los que trabajaban en el taller de carpintería construyeron dobles fondos en las tarimas donde dormían algunos camaradas de los grupos especiales y allí se escondieron las armas.

No obstante, era necesario establecer un contacto directo con el exterior. El 23 de diciembre se logró hacer huir a "Kleber" en una camioneta que recogía las virutas en el taller de carpintería. Esta evasión no fue conocida hasta el mes de febrero gracias a la buena organización de los detenidos, lo que hoy parece un verdadero milagro. Este logró establecer el contacto con Serge Ravanel, responsable nacional de los Cuerpos Francos, dependiente del COMAC. Ambos prepararon el plan de apoyo para la protección de los presos en el momento de la tentativa. Sesenta hombres de los grupos especiales llegaron de Lyon, Marsella y Toulouse, armados de ametralladoras, morteros y armas cortas con las que impedir la llegada de refuerzos. Debía tener lugar esta acción o al final de año o en la primavera del 44, según las circunstancias. Ravanel se puso en contacto con Joyeux-Joly, responsable regional en Toulouse, el cual tenía que facilitar el armamento. Joly no contestó y los prisioneros no pudieron contar con esta ayuda que hubiera podido resultar eficaz si las cosas se hubieran desarrollado normalmente.

¿La razón? De la peor especie: Joly se había informado sobre la personalidad de "Kleber" que se había presentado con un nuevo nombre: "Tánger". Lo dijeron que era comunista y se negó a prestarle ayuda: los contactos se rompieron. Y los presos fueron dejados a su propio destino.

El día 3 de enero de 1944, sin previa consulta del Frente Nacional, cincuenta y cuatro detenidos, la mayoría políticos, pero algunos de derecho común, se escaparon después de sobornar a los guardianes que estaban en la puerta. Este acontecimiento fue seguido, como es de suponer, de la destitución de Chartroul, reemplazado por el coronel de la Milicia Schivo, amigo de Darnand, jefe de esta Milicia Nacional. Con este personaje al frente, la prisión de Eysses tuvo que soportar un período de disciplina férrea. Se construyeron tres barricadas en el exterior, se separaron las secciones entre ellas, la puerta del este fue definitivamente cerrada y, desde los cinco miradores orientales se podía abrir el fuego contra el interior y contra las entradas.

Reunidos los dos grupos, el Frente Nacional y el "gaullista", se decidió la evasión colectiva. Y el propósito era la incorporación de los evadidos a los "maquis" del norte del Lot y Garona, para reforzar los grupos Hércules, Soleil y los mandados por nuestro compatriota Carlos.

Únicamente faltaba la ocasión. Y ésta vino cuando se anunció la llegada de los inspectores que, en compañía del director-coronel, visitarían las instalaciones exteriores e interiores.

Al entrar la comitiva en la sala del patio número uno, los presos se lanzaron sobre dirigentes y guardianes y les desarmaron. Los presos se apoderaron de los uniformes. Se fue llamando a los guardias que, al entrar, eran a su vez desarmados y despojados del uniforme. El interior de la prisión fue rápidamente controlado por los insurrectos. La primera fase se había realizado sin dificultad. Faltaba lo principal.

Mas el grano de arena, imprevisible, penetró en el engranaje. Un grupo de detenidos comunes regresaban del huerto en compañía de sus guardianes. Al ver a unos guardias que cacheaban a otros guardias, empezaron a gritar. El oficial se dio cuenta, dio la alarma y los GMR dispararon contra los detenidos, hiriendo a Bernard en una rodilla. El combate, desigual, duró desde las cinco de la tarde hasta medianoche, portándose los otros grupos tan valientemente como los españoles -que no fue poco-.

Pero dejemos hablar a los propios detenidos, que han editado un libro sobre este acontecimiento en 1962 y que lleva el título evocador de: "El Batallón de Eysses":

"De pronto, un cohete verde sale disparado de uno de los miradores. ¿Los GMR piden refuerzos? ... Los camaradas españoles se proponen atacar el mirador noroeste... El que conoce en los momentos difíciles la amistad de un hermano de España, tiene sobre todas las otras algo más...

"Los minutos pasan, emocionantes. Todos quisieran estrechar las manos de estos valientes. ¿No piensa alguno que este ataque es una locura y que es insensato creer en su éxito? . Tal vez. En aquel instante, ante la confianza tranquila de los asturianos, de esos castellanos y catalanes, queremos, ante todo, darles las gracias y compartir su fe.

"Pero el glorioso equipo dirigido por Llanos (éste era asturiano. NDA) se someterá también después de esfuerzos infructuosos. Los españoles comienzan el ataque con granadas de mano arrojadas algunas desde las ventanas de la enfermería. Sin embargo, incluso a la misma altura de las troneras del mirador, es imposible hacer pasar una sola "patata" por las largas y estrechas aberturas. Las granadas caen en el camino de ronda pudiendo herir a los otros miembros del equipo. Armados de picos y arietes estos últimos intentan abrir una brecha en la muralla.

"Cada percusión de "D-37" se acompaña de la caída en serie de todos los vidrios que quedan en las ventanas. "Los españoles reanudan sin parar sus asaltos: "Van a hacerse matar todos -dice Aubert, que manda los grupos de protección-. Hay que darles orden de replegarse". "¿Replegarse? ¿Entrar en los locales? Ni pensarlo" "Los españoles hacen como si no comprendieran la orden. ¡Y cómo gritar más fuerte que ese ruido ensordecedor! "Durante una nueva carga, Sero resulta herido. No quiere separarse de sus camaradas y cuando logran arrastrarlo al interior está muy debilitado por la pérdida de sangre... ¡Sero herido! ¿Quién no lo quiere? "Al fin, se consigue que los heroicos camaradas españoles abandonen su tentativa desesperada... Azagra, herido en la rodilla, cierra la marcha. Desde entonces arrastrará su pierna herida por la metralla. "En el puesto de mando, Llanos dice simplemente: "Hemos hecho lo que hemos podido... nos hubiera hecho falta dinamita". Luego, intentaron hacer un túnel por debajo de los muros de la prisión, pero todo en vano. Hasta que empezó la negociación, bajo la vigilancia de los soldados alemanes venidos a reforzar a los GMR emplazando cañones de 77 mm y morteros, en las alturas que dominaban el establecimiento.

Las negociaciones se iniciaron por medio del comandante Schivo, prisionero de los insurgentes, que telefoneó a los GMR "dando su palabra de honor a los sublevados de que no habría represalias".

El día 20, Darnand llega a la prisión para dirigir personalmente los interrogatorios, pero éstos no dieron ningún resultado a pesar de los métodos empleados. Una primera decisión: fusilar a los heridos, puesto que éstos no podían negar su participación en la insurrección, más a otros cinco presos que un guardia denunció por haberíos visto con las armas en la mano. Entre los doce condenados figuraban François Bernard, Domenec Serveto y Jaime Sero. Azagra se salvó por el error de un guardián.

El fusilamiento tuvo lugar el día 23. Los doce se alinearon ante el paredón cantando el "Chant du Départ".

La odisea no terminaba así para los supervivientes. La vida en la prisión se convirtió en una vida de infierno.

Hasta el 30 de mayo en que los GMR tomaron posición en el interior y en el exterior de la prisión y los soldados de la División "Das Reich", a culetazo limpio, obligaron a los detenidos, manos en alto, a subir a los camiones.

Como no había sitio para todos, un centenar de presos hicieron a pie el recorrido que separaba la prisión de la estación de ferrocarril, siete kilómetros a paso de carga, bajo los golpes repetidos de los alemanes SS. Uno de los presos cayó por el suelo, los alemanes se cebaron sobre él y le mataron luego de un tiro en la nuca. Se trataba de nuestro compatriota Huergas.

El viaje hasta Compiegne fue terrible. Desde allí, en vagones cerrados herméticamente, fueron conducidos al campo de Dachau, donde llegaron el 20 de junio. Muchos de ellos dejaron allí su vida, entre otros, Joaquín Barrios, Manuel Bonet, Ricardo Díaz, Alberto Sánchez, Laso, Terriza, etc, Azagra, murió en el "komando" de Hersbruck.